Teletrabajo, ¿se queda o es solamente una moda? 

Hace tres años, el mundo cambió de forma radical y repentina.

Una pandemia global nos obligó a confinarnos en nuestros hogares y a adaptarnos a una nueva realidad.

Muchos de nosotros tuvimos que recurrir al teletrabajo como solución para seguir con nuestras actividades profesionales. 

Sin embargo, el teletrabajo no es una opción para todos los sectores ni para todas las personas.

Según un informe de la OIT, solo el 18% de los trabajadores en América Latina y el Caribe pueden realizar sus tareas a distancia, mientras que el resto depende de la presencialidad o de la movilidad. 

¿Qué pasó con quienes pudieron trabajar desde casa?

Para quienes pudimos teletrabajar, esta modalidad nos ofreció algunas ventajas, como la comodidad, la flexibilidad, el ahorro de tiempo y dinero en desplazamientos y la posibilidad de conciliar mejor el trabajo con la vida personal y familiar. 

Pero también nos enfrentamos a algunos desafíos, como la falta de un espacio adecuado, de equipamiento e infraestructura tecnológica, de apoyo y supervisión por parte de las empresas, de límites claros entre el horario laboral y el personal, y de interacción social con nuestros compañeros y clientes. 

En muchos casos la falta de contacto con nuestros semejantes fue un hecho angustiante, fundamentalmente para quienes viven solos, entonces y hoy.

El teletrabajo nos ha permitido, entre otras cosas y quizás sin darnos cuenta, reencontrarnos con nuestras familia o conseguri tiempo extra para estar mejor con nosotros mismos.

El teletrabajo supuso un gran reto para todos.

Trabajadores, empleadores y gobiernos.

Tuvimos que aprender sobre la marcha, experimentar con diferentes herramientas y formas de comunicación, y buscar el equilibrio entre las demandas del trabajo y las necesidades personales. 

Y así pasó el tiempo… 

La pandemia se fue controlando poco a poco, gracias a las medidas sanitarias y a las vacunas.

La vida empezó a recuperar cierta normalidad, aunque con cambios significativos. Y el teletrabajo volvió a estar en el centro del debate:

¿Se queda o se va? 

Muchas empresas quieren volver al modelo tradicional, exigiendo a sus trabajadores que regresen a la oficina como si nada hubiera pasado.

Otras optan por un modelo híbrido, combinando el trabajo presencial con el remoto.

Y algunas apuestan por el teletrabajo total, eliminando las oficinas físicas. 

Los trabajadores también tienen sus preferencias.

Según una encuesta realizada por Buffer, el 99% de los empleados remotos querría seguir trabajando desde casa al menos parte del tiempo durante el resto de su carrera.

Incluso el 65% estaría dispuesto a aceptar una reducción salarial del 5% para mantener esta opción

No se trata de una simple opinión.

En países como Estados Unidos, se está produciendo un fenómeno llamado “la gran renuncia”, por el que muchos trabajadores están dejando sus empleos por no estar satisfechos con las condiciones que les ofrecen sus empresas.

Entre los motivos más frecuentes, se encuentra la falta de flexibilidad y de conciliación. 

Este fenómeno tiene mucho que ver con el cambio generacional que se está produciendo en el mercado laboral. Las nuevas generaciones, como los millennials y la generación Z, valoran más el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, el propósito y la autonomía que el salario o la estabilidad.

Y no quieren ser tratados como meros números, sino como personas. 

Por eso, muchas empresas están perdiendo talento y competitividad al no adaptarse a las nuevas demandas y expectativas de sus trabajadores.

Otras están aprovechando la oportunidad de captar y retener a los mejores profesionales ofreciéndoles lo que buscan: teletrabajo. 

El teletrabajo ha llegado para quedarse. No es una moda pasajera, sino una tendencia irreversible. Lo hemos comprobado durante la pandemia: es posible trabajar desde cualquier lugar, siempre que se cumplan ciertos requisitos y se respeten ciertos derechos. 

El desafío ahora es encontrar el punto de equilibrio entre las necesidades e intereses de todas las partes implicadas: trabajadores, empleadores y sociedad. Para ello, es necesario establecer un marco legal y normativo que regule el teletrabajo, garantizando su calidad, seguridad y equidad. 

También es necesario fomentar una cultura organizacional que promueva el sentido de pertenencia, la confianza, la comunicación y la colaboración entre los trabajadores remotos y sus equipos.

Y, por supuesto, es necesario dotar a los teletrabajadores de los recursos y el apoyo necesarios para desempeñar su trabajo de forma eficaz y satisfactoria. 

El teletrabajo es una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas, la productividad de las empresas y el desarrollo sostenible de la sociedad. Pero también implica una responsabilidad compartida y un compromiso mutuo.

Solo así podremos aprovechar al máximo sus beneficios y minimizar sus riesgos. 

Y tú, ¿qué opinas sobre el teletrabajo? ¿Has tenido la oportunidad de trabajar desde tu casa, ya sea antes, durante o después de la pandemia? ¿Cuáles han sido tus experiencias? Me encantaría conocer tu punto de vista. 😊 

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