El problema no nos deja ver la solución
Sobre fin de año tuve una charla con un cliente, se encontraba bastante mal, incómodo.
Tiene una empresa de servicios, la cual, dentro del contexto actual, va relativamente bien.
Indagando sobre el motivo de su malestar, me comenta que se siente bastante malhumorado, cansado y estresado por las preocupaciones laborales.
Está llegando a los 59 años, y no encuentra salida.
Si bien se siente agotado, no tiene dentro de su horizonte cercano la visión del retiro, más bien todo lo contrario.
Si bien laboralmente está bien, los problemas diarios de todo trabajo no le permiten estar como le gustaría a esta edad.
Este agotamiento también repercute en su vida privada, no puede dejar de llevar las preocupaciones laborales a su hogar.
Llegado a éste punto le pregunté cuánto hacía que no tomaba vacaciones, me dijo que si bien había hecho un viaje hacía poco tiempo, no pudo desconectarse y recargar energías. Puedes leer más respecto de cómo te sientes aveces haciendo clic aquí
Su creencia era que en cuanto mejorara los aspectos laborales el resto se iría normalizado, o en su defecto tendría mayor tiempo y tranquilidad para encauzar los aspectos personales.
En consecuencia, si pensaba en mejorar su estado no podría ocuparse de la empresa.

El dilema del huevo o la gallina.
¿Has intentado comenzar de otra manera? Lo pregunto.
El trabajo me permite lograr la tranquilidad económica para mi familia, sin trabajo no viene el resto, me comentó.
Desde su punto de vista parece un callejón sin salida.
Como la pregunta de qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?
Luego de conversar y tratar que pudiera tener otra perspectiva, se comprometió a tomar en principio principio 2 horas a la semana para él, no demasiado tiempo así que no hubo mayor oposición.
A la semana nos volvimos a encontrar, lo noté más relajado, con otra expresión.
-Veo que las cosas en tu empresa han mejorado, le comento, pues te noto con otra postura, a lo que me respondió que no había cambiado nada.
Al comentarle que lo veía diferente, luego de unos instantes de meditar en ello me comentó que había vuelto a tomar su guitarra, y todos los días le comenzó a dedicar una hora.
Pudo notar que aunque no había pasado mucho tiempo estaba más calmo, y también se lo habían hecho notar en el día de hoy en su empresa.
¿Qué había sucedido?
Se reencontró con una actividad que en su juventud le apasionaba, y le permitía reencontrarse con él mismo.
La pasión y la conexión seguían estando, solamente que las diferentes prioridades de cada etapa en la vida hicieron que fuera dejándola a un costado.
Luego de nuestra primer charla pudo notar que, con los hijos ya crecidos, disponía de tiempos que antes los dedicaba a ellos, solamente que la rutina y las urgencias de nuestras vidas no se lo habían oermitido ver.



Se tomó el tiempo de reorganizar su agenda particular.
Esto también me ha pasado, y posiblemente te haya pasado también a ti o lo estés pasando en este mismo momento, mientras lees esta nota.
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Yo me pude reecontrar y tambien realizar nuevas actividades.
¿Y tú?
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Me ha tomado más de 10 años el saber cómo hacerlo y quiero acortarte el camino
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