Cuando una puerta se cierra, otra se abre

La verdad sobre el pasillo de incertidumbre que nadie te contó

Hay frases que nos acompañan desde siempre. Dichos que escuchamos en la cocina de la abuela, en sobremesas familiares o en esos consejos rápidos que nos daban en momentos de incertidumbre.
Frases llenas de buena intención, que buscaban calmarnos, motivarnos o darnos esperanza. Y aunque encierran parte de verdad, también suelen omitir matices que hoy, con la experiencia y los años, entendemos de otra forma.

En esta serie, tomamos esas frases heredadas y las miramos con nuevos ojos: los de quienes ya hemos vivido lo suficiente para saber que no todo es tan simple como sonaba. Desde la perspectiva del coaching y la mentoría, descubrimos lo que hay detrás de cada expresión, cómo se aplica realmente a la vida después de los 40… y cómo podemos convertirla en una herramienta poderosa para nuestro presente y nuestro futuro.

Hoy le toca el turno a una de las más conocidas: “Cuando una puerta se cierra, otra se abre.”
Sí, suena esperanzadora. Pero nuestras abuelas no nos contaron que, entre una puerta y otra, hay un pasillo. Y ese pasillo no siempre es corto, ni iluminado. Es un espacio de incertidumbre, de espera y de preguntas que a veces preferimos evitar. Sin embargo, es justamente ahí donde ocurre gran parte de nuestra verdadera transformación.


Cuando una puerta se cierra, otra se abre… pero hay un pasillo que debes aprender a transitar

Para quienes ya hemos pasado los 40, ese pasillo aparece con más frecuencia y, muchas veces, con más fuerza. Los motivos son diversos:

  • Ese ascenso que parecía seguro pero nunca llegó.
  • La empresa que se reestructuró y cambió tu lugar.
  • Los hijos que crecieron y ya no necesitan de tu atención diaria.
  • O incluso esa energía física y mental que, sin previo aviso, empieza a sentirse distinta.

La reacción más común ante estos cierres es buscar desesperadamente la primera puerta que se abra, aunque no sea la correcta. Saltamos de un proyecto a otro, aceptamos oportunidades a medias o nos llenamos de actividades para no sentir el vacío. Y aunque esa respuesta es humana, no siempre es la más sabia.

En el coaching y la mentoría he visto un patrón repetirse una y otra vez: las personas que más se reinventan no son las que “huyen” rápido de la incertidumbre, sino las que aprenden a habitar ese pasillo con intención.


Un espacio fértil para redefinir tu vida

Ese tiempo entre puertas no es una pausa inútil. Es un laboratorio de autoconocimiento y diseño de vida.
Es el momento para:

  • Recalibrar tus valores.
  • Redefinir qué significa el éxito, ahora que ya no tienes las mismas prioridades.
  • Reconectar con tu propósito más profundo.

En ese aparente vacío surgen las preguntas que importan:

  • ¿Quién soy hoy, después de todo lo vivido?
  • ¿Qué quiero aportar en esta nueva etapa?
  • ¿Qué cosas sigo haciendo solo por costumbre y ya no me representan?

La nueva puerta que se abre no es fruto del azar, sino el resultado directo de cómo transitas ese pasillo.


Tres claves para transitar la transición con propósito

  1. No decidas por miedo, decide por visión
    Evitar la incomodidad no es lo mismo que elegir con sabiduría. Pregúntate: ¿esto responde a la vida que quiero construir o solo es una forma de tapar lo que no quiero sentir?
  2. Dale valor al silencio y la reflexión
    En un mundo que idolatra la acción constante, detenerse es un acto de valentía. En esa pausa se afinan las brújulas y se vislumbran nuevos caminos.
  3. Rodéate de apoyo consciente
    El acompañamiento de un coach o mentor puede ayudarte a poner luz en lugares donde hoy solo ves sombra. Así, tus próximos pasos no serán impulsivos, sino claros y alineados.

Cuando una puerta se cierra, otra se abre… pero tú decides cómo vivir el pasillo

Este mensaje no es para que te resignes a “esperar” pasivamente. Es una invitación a convertir la transición en una etapa de diseño consciente de tu próximo capítulo.
Tal vez sea el momento de iniciar un proyecto propio, dar vida a una pasión olvidada o redefinir tu estilo de vida para que encaje con quién eres hoy.

Recuerda:

  • El pasillo puede ser incómodo, pero también es fértil.
  • No es un lugar de pérdida, sino de preparación.
  • Lo que construyas ahí determinará la calidad de la puerta que se abra después.

Si hoy estás en ese pasillo, no te presiones para encontrar todas las respuestas. Date permiso de explorar, conversar y soñar sin límites.
Y si sientes que es momento de ordenar tus ideas y encontrar claridad, podemos hablar en privado. A veces, una conversación honesta es el primer paso para transformar un pasillo oscuro en un camino lleno de luz.

Porque, al final, cuando una puerta se cierra, otra se abre… y depende de ti que la próxima te lleve a donde realmente quieres estar.


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