Si eres +40 y tienes empleo, comienzas a cuidarlo, es difícil cambiar (salvo escasas situaciones)
Si estás en la búsqueda de empleo, conoces lo duro y poco empático que resulta.
Son los puntos que vivimos a diario, quienes hemos pasado la barrera de los 40.
Solamente en pocos lugares se habla de la discriminación por edadismo (tema que se conoce desde hace por lo menos 40 años, como “despidos a la japonesa”).
A mis 20 años se veía interesante, pues (como todo joven que recién empieza, y con otras realidades en temas de salud 40 años atrás) permitía la renovación de las empresas, con ímpetu y nuevos conocimientos que traíamos.
El tema siguió y escaló a nivel mundial, en una sociedad que se caracterizó (ya desde hace 60 años) por una lucha por la inclusión, la paz y el amor.
Por otro lado, las mismas empresas que apoyan (directa o indirectamente) esta forma de discriminación son las que quieren captar el consumo de los mayores de 50.
Paradójico, pues en lugar de promover que aumente su consumo solamente lo limitan a pequeños grupos que aún tienen la posibilidad de consumir.
¿A qué viene esto en una nota?
Desde mis experiencias, ya con 62 años, no me considero desactualizado, ni cansado, ni pensando solamente en el descanso.
No soy el único, somos muchos los que formamos parte de la “Generación Perennial”.
Es más, si bien he trabajado en lo que me apasiona y no me agota, he descubierto mi verdadero propósito de vida en una época dura para todos (hablo de la pandemia) y me ha permitido ayudar a quienes saben que necesitan algo y no saben bien qué es.
Por otro lado, he encontrado mi forma de aportar en forma activa en la campaña contra el edadismo.
Una de mis clientes a la que he ayudado, me hizo una pregunta: Notó que su hija, estudiante universitaria pronta a graduarse, estaba “dispersa, perecía haber perdido el rumbo”.
Me preguntó si podía ayudarla, a pesar que ambos sabemos que no es mi especialidad.
Acepté y concretamos una primera entrevista para conocer de primera mano su situación.
El mantener mi mente siempre abierta y aceptando y tratando de comprender cómo piensan las nuevas generaciones me permitió conectar y lograr que vuelva a encontrar su senda.
¿Qué quiero decir con esto?
Es posible que nosotros seamos los pilares para revertir esta grave situación que es la discriminación por edadismo, no solamente desde la queja, sino encontrando nuestro método para generar sinergias.
Sabemos que la juventud trae la fuerza y la innovación, y, aunque haya buenas intenciones, sin la guía de una mano experimentada los errores son inevitables.
¿Y si en lugar de quejarnos comenzamos a mostrar que “la unión hace la fuerza”?
No solamente desde la queja (no la menosprecio, es importante hacer visible el problema), sino desde brindar nuestro apoyo, quizás, comenzando en casa.
Pequeños cambios pueden generar grandes logros.
¿Qué opinas?
¿Desde dónde estás contra el edadismo?
¿Desde la queja pura y dura?
¿Desde el mostrar tu valía?
